domingo, 26 de agosto de 2012

25S: LA FRUTA AÚN NO ESTÁ MADURA

PLATAFORMA ¡EN PIE!
Aunque no debería de ser necesario quiero comenzar esta reflexión dejando claro que, por un lado, sólo me represento a mí mismo, y por otro, que es mi visión personal, mi punto de vista, mi mano alzada para decir lo que pienso, a día de hoy, sobre esta iniciativa de cercar el Congreso hasta conseguir la dimisión del Gobierno y de la Monarquía, la disolución de las Cortes y la apertura de un proceso constituyente. También lo haré en la próxima asamblea del 15M donde participo y en la que se va a plantear el tema; pero ya que tengo un blog...

No me pararé a explicar los objetivos de la acción, en el enlace de la izquierda tenéis todos los datos. Tampoco voy a entrar en quién está detrás de esta iniciativa. Otorgo el beneficio de la duda a quienes la están promoviendo y doy por hecho que son personas afines al 15M y que realmente pretenden lo que dicen que pretenden. A partir de ahí me propongo, de forma breve y concisa, juzgar la oportunidad o no de la propuesta y la metodología para llevar a cabo no sólo la acción en sí, sino el propio periodo de transición descrito.

Cuando en estos días he navegado por los diferentes foros que están debatiendo sobre el tema, me he encontrado con el recurrente ejemplo de lo que pasó en Egipto para desbancar a un gobierno. Pero el mismo ejemplo me permite a mí argumentar en sentido contrario. La Plaza Tahrir -como la Revolución de los Jazminez en Tunez- fue el resultado de una situación límite por años, millones de personas desesperadas que no tenían nada que perder, sólo la vida. No era la primera manifestación que se producía, se fue germinando con el paso del tiempo y el empeoramiento de la situación social, y el objetivo era, ni más ni tampoco menos, derrocar a Hosni Mubarak. Lo lograron. Aún está por ver qué es realmente lo que han conseguido.

Por suerte en España la situación no ha llegado todavía a ser desesperante para la mayoría. Y esta mayoría está ajena a cuestionamientos que vayan más allá de la simple queja cafeteril sobre la situación actual y el temor de que en algún momento les afecte más de lo admisible. Pero no están por la labor ni siquiera de manifestarse, ni de participar en huelgas, ni de sacar el dinero del banco, ni de realizar nada que le suponga un compromiso político en el amplio sentido de la palabra. Además tienen una retahíla de argumentos para justificar su postura y tranquilizar la conciencia que no dejan resquicio alguno a la revisión autocrítica.

Y ésta es la razón principal por la que no puedo apoyar la acción del 25S: No hay indignados suficientes, la inmensa mayoría -quien no lo reconozca no es objetivo- está en el ande yo caliente, en el no se puede hacer nada y en el ya saldremos de ésta. Por no hablar incluso de los parados que están viendo las nuevas reformas laborales como una oportunidad para encontrar trabajo, aunque sea precario y a costa de la pérdida de todos los derechos.

Queda mucho trabajo por hacer de concienciación, mucha labor desde los barrios, muchos gestos y muchas acciones pequeñas que vayan despertando conciencias, abriendo ojos, propiciando el debate, invitando al compromiso y a la acción. Mientras, la situación seguirá empeorando, lo sé, pero si quemamos etapas antes de tiempo lo único que se conseguirá es dar pasos atrás y más argumentos a la retahíla.

Por otro lado, veo lagunas en la metodología. Se pide la dimisión del Gobierno y la disolución de las Cortes Generales y la Jefatura del Estado, a la par que se exige derogación de leyes, nacionalización de empresas estratégicas, cauces de participación, etc. ¿Quién se supone que gestionaría eso si estás pidiendo la disolución de toda la estructura legislativa y ejecutiva del Estado?

Por último, tampoco apoyaría esta iniciativa por muy bien planteada y por mucha mayoría que la pudiera respaldar sin una apuesta clara y decidida por la Noviolencia; como ha sido seña de identidad del 15M desde su nacimiento. No creo en eufemismos de autodefensa legítima, porque tampoco creo en los ejércitos. Si se quiere realmente subvertir el sistema, buscar alternativas justas e igualitarias, dar paso a la fuerza de la razón, romper con el pasado histórico de guerras y luchas fraticidas, no queda otra que renunciar a la propia violencia y luchar desde la metodología y filosofía de la Noviolencia, que no es simplemente renunciar a la violencia, sino construir desde la justicia; porque el fin no justifica los medios. Pero ese debate también está por realizar.

Concluyo, la fruta no está madura, bajo mi punto de vista, y mientras no lo esté cogerla del árbol es postura poco inteligente. Y dicho esto, digo también que sigo abierto al debate razonado y a la búsqueda de nuevos argumentos que me desmientan o den luz en el análisis.

PD: Acabo de encontrarme con la siguiente crónica: Zona crítica
Se ha creado esta nueva coordinadora: Coordinadora #25s
Ya veremos cómo evoluciona esto.

miércoles, 15 de agosto de 2012

DE CRISTIANO A CRISTIANO


DE CRISTIANO A CRISTIANO, 

Carta al ministro del Interior sobre los sucesos de Écija
Una carta del teólogo José Ignacio González Faus.

Mi querido señor ministro: Acabo de oír por radio sus declaraciones a propósito de los sucesos en el
supermercado de Écija. Reconoce Ud. que hay mucha gente que lo está pasando mal, pero arguye con el clásico axioma moral: el fin no justifica los medios.

Como el ideario de su partido apela a “los principios del humanismo cristiano”, me permito recordarle que según esos principios no hubo en aquella acción ningún uso de medios moralmente ilegítimos (en su legalidad no entro ahora).

Los principios del humanismo cristiano proclaman que “en casos de extrema necesidad todas las cosas son comunes” (in extrema necessitate omnia sunt communia). Porque “la distribución y apropiación de las cosas que procede del derecho humano no puede impedir que estas cosas remedien las necesidades de los hombres. Por eso todo lo que uno tiene de más lo debe a los pobres para su sustento. Y si la necesidad de alguien es tan grave y tan urgente que hay que remediarla con lo primero que se tenga a mano…, entonces cualquiera puede remediar su necesidad con los bienes de los demás, tanto si los quita de modo público como secreto; y esta acción no reviste carácter de robo ni de hurto”.

Estas palabras no son del alcalde de Marinaleda ni del innombrable Carlos Marx. Son de Santo Tomás de Aquino, uno de los pilares de ese humanismo cristiano al que Uds. dicen seguir. Y puede verlas en la Summa Theologica (2ª 2ªe, cuestión 76).

A ellas añadirá el cardenal Cayetano, gran comentador de Tomás, que un juez puede distribuir entre los necesitados el dinero sobrante de los ricos. Me pregunto, pues, si no están Uds. en el atolladero de aplicar la ley contra unos principios que dicen regular el ideario de su partido, quedando como embusteros ante la ciudadanía.

Entiendo además que si Ud. esgrime ese principio de que el fin no justifica los medios, se volverá inmediatamente contra toda la política de este gobierno: para un fin de suyo legítimo y necesario como es rebajar nuestra deuda, ha recurrido el gobierno a medios inmorales (temo que quizás también anticonstitucionales) como son privar a mucha gente de derechos constitucionales, de los ingresos mínimos indispensables, abocarlos al hambre, a la desesperación, a la falta de asistencia médica indispensable, a tener que recurrir a unas Caritas ya desbordadas y a quedarse sin vivienda después de un enorme esfuerzo y encima con una deuda impagable para la que ni siquiera vale el principio lógico de la dación por pago.

La mayoría de los medios que han aplicado Uds. para saldar la deuda española son inmorales y no se justifican por ese fin tan legítimo.

Hace poco habló el presidente del Gobierno de posibles nuevos recortes en esa misma dirección, para reunir 65.000 millones de euros imprescindibles. Su gobierno debe saber que, en España, hay 16 personas que poseen ellas solitas unas fortunas cercanas a los 60.000 millones. Sólo 16 personas entre más de cuarenta millones de españoles. No creo pues que, a la luz del humanismo cristiano, pueda caber duda de cuáles hubieran sido los medios legítimos.

Porque, por otro lado, se repite ahora que todo el dinero que nos va a prestar draconianamente la UE es “para tapar los agujeros de los Bancos”. Ya habíamos oído mil veces que el problema de nuestra deuda era sobre todo de carácter privado y no público; y ahora lo vemos confirmado al saber dónde van a ir esos primeros 30.000 millones que esperamos recibir el mes que viene. Los Bancos y sus agujeros han sido efectivamente los primeros causantes de nuestro desastre actual (sin negar ahora otros factores exteriores a España).

Y lo fueron porque, para un fin de legitimidad muy discutible (como era el enriquecerse más y más) pusieron en juego medios absolutamente ilegítimos, otorgando préstamos que sabían que no podían ser devueltos pero de los que esperaban resarcirse con expropiaciones forzosas mucho más pingües de lo que se expropió en el supermercado de Écija.

¿Sabe Ud. cuántas viviendas inútiles son hoy propiedad de los Bancos? Un ministro del interior debe conocer ese detalle. Como sabrá también que a bastantes gentes ancianas y no muy letradas que tenían en Bankia unos ahorros de seis mil o diez mil euros que constituían toda su fortuna, se las engañó haciéndoles firmar un papel que “iba a ser su solución”, y se les convirtieron los depósitos en acciones, robusteciendo al Banco y debilitándolas a ellas al impedirles disponer de su dinero ahora que lo necesitan.

Si Ud. está decidido a no permitir que para fines en sí legítimos se usen medios ilegítimos, no dudo de que, antes que al alcalde de Marinaleda y su grupo, llevará Ud. a los tribunales a una serie de banqueros de cuyo nombre prefiero no acordarme para esperar a que los investigue la justicia.

O mejor: déjeme decirle que dudo mucho de que Ud. se atreva a hacer eso que sería tan justo: porque son esos Bancos quienes financian buena parte de sus campañas electorales que, tal como están, son otro medio ilegítimo que no queda justificado por el fin de ganar unas elecciones. Y, por supuesto, esto último no vale sólo para su partido sino también para otros del Estado.

Puedo equivocarme como todo ser humano. Pero siempre he tenido la impresión de que, en su partido, suelen argumentar apelando a grandes principios universales indiscutibles, pero que no se aplican al caso concreto que se discute. Y que además suelen exigir a los demás lo que no se exigen a Uds. mismos. Debo confesar que las declaraciones suyas que acabo de oír por radio, me confirman una vez más en esa impresión.


Gracias por haberme leído. Quedo de Ud. atentísimo

José Ignacio González Faus

martes, 14 de agosto de 2012

Un cañón en el culo (Juan José Millás)

Transcribo el artículo de Juan José Millás aparecido hoy en el diario El País, no tiene desperdicio:

"Si lo hemos entendido bien, y no era fácil porque somos un poco bobos, la economía financiera es a la economía real lo que el señor feudal al siervo, lo que el amo al esclavo, lo que la metrópoli a la colonia, lo que el capitalista manchesteriano al obrero sobreexplotado.La economía financiera es el enemigo de clase de la economía real, con la que juega como un cerdo occidental con el cuerpo de un niño en un burdel asiático. Ese cerdo hijo de puta puede hacer, por ejemplo, que tu producción de trigo se aprecie o se deprecie dos años antes de que la hayas sembrado. En efecto, puede comprarte, y sin que tú te enteres de la operación, una cosecha inexistente y vendérsela a un tercero que se la venderá a un cuarto y este a un quinto y puede conseguir, según sus intereses, que a lo largo de ese proceso delirante el precio de ese trigo quimérico se dispare o se hunda sin que tú ganes más si sube, aunque te irás a la mierda si baja. Si baja demasiado, quizá no te compense sembrarlo, pero habrás quedado endeudado sin comerlo ni beberlo para el resto de tu vida, quizá vayas a la cárcel o a la horca por ello, depende de la zona geográfica en la que hayas caído, aunque no hay ninguna segura. De eso trata la economía financiera.

Estamos hablando, para ejemplificar, de la cosecha de un individuo, pero lo que el cerdo hijo de puta compra por lo general es un país entero y a precio de risa, un país con todos sus ciudadanos dentro, digamos que con gente real que se levanta realmente a las seis de mañana y se acuesta de verdad a las doce de la noche. Un país que desde la perspectiva del terrorista financiero no es más que un tablero de juegos reunidos en el que un conjunto de Clicks de Famóbil se mueve de un lado a otro como se mueven las fichas por el juego de la Oca.

La primera operación que efectúa el terrorista financiero sobre su víctima es la del terrorista convencional, el del tiro en la nuca. Es decir, la desprovee del carácter de persona, la cosifica. Una vez convertida en cosa, importa poco si tiene hijos o padres, si se ha levantado con unas décimas de fiebre, si se encuentra en un proceso de divorcio o si no ha dormido porque está preparando unas oposiciones. Nada de eso cuenta para la economía financiera ni para el terrorista económico que acaba de colocar su dedo en el mapa, sobre un país, este, da lo mismo, y dice “compro” o dice “vendo” con la impunidad con la que el que juega al Monopoly compra o vende propiedades inmobiliarias de mentira.

Cuando el terrorista financiero compra o vende, convierte en irreal el trabajo genuino de miles o millones de personas que antes de ir al tajo han dejado en una guardería estatal, donde todavía las haya, a sus hijos, productos de consumo también, los hijos, de ese ejército de cabrones protegidos por los gobiernos de medio mundo, pero sobreprotegidos desde luego por esa cosa que venimos llamando Europa o Unión Europea o, en términos más simples, Alemania, a cuyas arcas se desvían hoy, ahora, en el momento mismo en el que usted lee estas líneas, miles de millones de euros que estaban en las nuestras.

Y se desvían no en un movimiento racional ni justo ni legítimo, se desvían en un movimiento especulativo alentado por Merkel con la complicidad de todos los gobiernos de la llamada zona euro. Usted y yo, con nuestras décimas de fiebre, con nuestros hijos sin guardería o sin trabajo, con nuestro padre enfermo y sin ayudas para la dependencia, con nuestros sufrimientos morales o nuestros gozos sentimentales, usted y yo ya hemos sido cosificados por Draghi, por Lagarde, por Merkel, ya no poseemos las cualidades humanas que nos hacen dignos de la empatía de nuestros congéneres. Ya somos mera mercancía a la que se puede expulsar de la residencia de ancianos, del hospital, de la escuela pública, hemos devenido en algo despreciable, como ese pobre tipo al que el terrorista por antonomasia está a punto de dar un tiro en la nuca en nombre de Dios o de la patria.

A usted y a mí nos están colocando en los bajos del tren una bomba diaria llamada prima de riesgo, por ejemplo, o intereses a siete años, en el nombre de la economía financiera. Vamos a reventón diario, a masacre diaria y hay autores materiales de esa colocación y responsables intelectuales de esas acciones terroristas que quedan impunes entre otras cosas porque los terroristas se presentan a las elecciones y hasta las ganan y porque hay detrás de ellos importantes grupos mediáticos que dan legitimidad a los movimientos especulativos de los que somos víctimas.

La economía financiera, si vamos entendiéndolo, significa que el que te compró aquella cosecha inexistente era un cabrón con los papeles en regla. ¿Tenías tú libertad para no vendérsela? De ninguna manera. Se la habría comprado a tu vecino o al vecino de tu vecino. La actividad principal de la economía financiera consiste en alterar el precio de las cosas, delito prohibido cuando se da a pequeña escala, pero alentado por las autoridades cuando sus magnitudes se salen de los gráficos.

Aquí están alterando el precio de nuestras vidas cada día sin que nadie le ponga remedio, es más, enviando a las fuerzas del orden contra quienes tratan de hacerlo. Y vive Dios que las fuerzas del orden se emplean a fondo en la protección de ese hijo de puta que le vendió a usted, por medio de una estafa autorizada, un producto financiero, es decir, un objeto irreal en el que usted invirtió a lo mejor los ahorros reales de toda su vida. Le vendió humo el muy cerdo amparado por las leyes del Estado que son ya las leyes de la economía financiera, puesto que están a su servicio.

En la economía real, para que una lechuga nazca hay que sembrarla y cuidarla y darle el tiempo preciso para que se desarrolle. Luego hay que recolectarla, claro, y envasarla y distribuirla y facturarla a 30, 60 o 90 días. Una cantidad enorme de tiempo y de energías para obtener unos céntimos, que dividirás con el Estado, a través de los impuestos, para costear los servicios comunes que ahora nos están reduciendo porque la economía financiera ha dado un traspié y hay que sacarla del bache. La economía financiera no se conforma con la plusvalía del capitalismo clásico, necesita también de nuestra sangre y en ello está, por eso juega con nuestra sanidad pública y con nuestra enseñanza y con nuestra justicia al modo en que un terrorista enfermo, valga la redundancia, juega metiendo el cañón de su pistola por el culo de su secuestrado.

Llevan ya cuatro años metiéndonos por el culo ese cañón. Y con la complicidad de los nuestros."